Escuelas: una crónica del miedo cotidiano

Conesa.- (VyP) El jueves algo pasó en Conesa, es ciudad rionegrina sobre el rio, acostumbrada a las siestas, los huertos, las flores. En una jornada institucional un docente de nivel medio hace público un episodio que sin duda debe ser recurrente en todo Río Negro y seguro que en todo el país. Y algo pasó entonces en Conesa.

No fue un episodio grave. Fue uno de muchos episodios en donde se transpira la violencia. En un pueblo de menos de 6 mil habitantes en donde de uno u otro modo, todos se conocen. La gota que rebasó el vaso y la totalidad de los docentes conesinos se sumaron a un reclamo en la modalidad de retención de servicios que se ha extendido hasta hoy y que no parece encontrar respuesta, porque la respuesta es muy compleja, porque llevamos muchos años eludiendo el problema.

Silvia Luna, titular del Centro de Educación Media 53, confirmó la continuidad de la medida por parte de la totalidad de los docentes de nivel medio de Conesa que esperaban para la tarde la llegada de una delegación del Ministerio de Educación con alguna alternativa que funcione como respuesta.

“Necesitamos ayuda para seguir transitando por nuestras aulas” dijo mientras asegura que como todos, “apostamos por una educación inclusiva” y admitió las “situaciones de riesgo” para los alumnos y para los docentes.

“Nos estamos dando cuenta que nos están faltando herramientas para trabajar con esta sociedad que hoy tenemos” dijo Silvia Luna que afirma que con saber geografía o matemáticas no alcanza.
Silvia describió la cotidianeidad de escuelas en donde la dirección se convierte en consultorio sicológico con la “impresionante” tarea de un preceptor, y admitió que “de esto no se habla” y confesó estrategias domésticas en las que se involucran los docentes y hasta las porteras, a tientas, a ciegas, a puro afecto y compromiso enfrentan a la droga y el alcohol con su rastro de violencia.
No hay respuesta para un escenario en el que pocos aceptan el papel de adultos.
La impotencia frente una mamá que responde a la cita de las autoridades de la escuela pero que pide que la ayuden porque dice “no sé qué hacer” y todo se derrumba porque la escuela, porque los docentes, porque las autoridades no tienen una respuesta que vaya mucho más allá de sus posibilidades, porque está claro que los gabinetes sicopedagógicos son imprescindibles pero a estas alturas, el problema parece haberse salido completamente de madre.

Sergio Garzoni nació en Conesa y fue a la escuela allí, ahora su hija cursa en la escuela agrotécnica, es una nena de 13 años y le preocupa el clima de violencia en el que debe cursar, siente que es su obligación acompañar a estos docentes que se animaron a hablar, a decir, a señalar que algo no anda bien.

Sergio se suma al reclamo como padre autoconvocado, recuerda los límites, las amonestaciones, el reto de los padres cuando volvía a su casa, dice que ahora en la escuela nadie puede ni retar a los chicos. Habla con su nena que viene de una escuela rural y sabe que la sorprenden situaciones atravesadas por adicciones, dice que no alcanza con hablar con su hija, que “hay que actuar en forma colectiva” porque es “parte de la sociedad”

Nancy Palavecino también es de Conesa, y su hija es alumna del nivel medio. Asegura que hace tiempo que venían observando esta “escalada”.

Nancy tiene “tristeza” de no saber si su hija le cuenta toda la verdad porque piensa que a lo mejor cuando le habla de lo que le ocurre a otros chicos, en realidad le está hablando de ella y no lo dice para no preocuparla, porque Nancy sabe que a veces los chicos no pueden usar los baños porque están sitiados, o sabe que a la salida de la escuela casi siempre hay peleas, que todos andan con miedo.

“Vanos a acompañar a los docentes hasta el final” sostiene Nancy que admite que el petitorio que alude a los gabinetes sicopedagógicos para cada uno de los establecimientos, es una solución “a muy corto plazo” porque, adivina que “la solución de raíz, son políticas educativas mejor formuladas” (VyP)